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La producción gráfica en el diagnóstico psicopedagógico

La producción gráfica en el diagnóstico psicopedagógicoLos procesos de producción de conocimientos no involucran únicamente el pensamiento lógico secundario sino también procesos imaginativos que se sostienen en un conjunto de leyes diferente. Son los que permiten los investimentos de los objetos de conocimiento gracias a su riqueza asociativa y los que abren las vías para la construcción de sentidos subjetivos. 

Por eso, poder ponderar la complejidad del funcionamiento del inconsciente será un eje importante en el diagnóstico psicopedagógico, ya que dicho funcionamiento se relaciona con su capacidad para lograr -a pesar de la censura- la satisfacción de deseos reprimidos mediante la producción de retoños que permitan satisfacciones mediatas lo suficientemente alejadas de lo reprimido como para sortear la censura pero ligadas de tal modo a éste que permitan cierto nivel de satisfacción sustitutiva. 

Si el aprendizaje implica tanto al proceso secundario –por la necesidad del ordenamiento lógico y temporal que éste aporta- como al proceso primario –en tanto éste sostiene la producción de sentido singular-, debemos centrarnos en la indagación de las formas de compromiso y articulación entre ambos, a las que André Green (1994) denomina procesos terciarios. Las formas en que un sujeto construye formaciones intermedias permiten ligar la pulsión con representaciones a través de fantasías. De este modo los procesos lógicos pueden entramarse con la base pulsional por la mediación de las representaciones inconscientes, produciendo un pensamiento que a la vez conserva el miramiento por la realidad y las significaciones instituidas, por un lado, y con los sentidos singulares y el cuerpo, por el otro. 

Para permitir la indagación de estos procesos, la producción gráfica en el diagnóstico psicopedagógico será tomada como material clínico (Wald, 2001). Esto significa que no se trata de una técnica proyectiva interpretable en función de indicadores canónicos, sino que requiere de un modelo de análisis que dé cuenta del modo singular de producción del sujeto en el encuadre transferencial como situación que desencadena el proceso proyectivo (Green, 1994). 

Por eso la producción es considerada en el marco de una consigna semejante a la asociación libre: cuando pedimos al sujeto que dibuje lo que quiera, y este pedido no es realizado en un contexto escolar ni evaluativo sino luego de haber conversado con el sujeto acerca de sus problemáticas y establecido el encuadre de trabajo clínico, la consigna dista de ser neutra o de reducirse a un mero pedido de una actividad reproductiva o cognitivo-instrumental. A partir del establecimiento del encuadre, el sujeto comprende que lo que nos convoca en nuestro trabajo con él no es evaluar la adecuación de sus producciones a un parámetro cualquiera exterior a él, sino que nos interesa comprender la dinámica de sus deseos, ansiedades, conflictos, fantasías. Es por eso que en la producción gráfica en transferencia se articulan inscripciones heterogéneas que van desde el cuerpo erógeno hasta el trabajo representacional más sofisticado desde el punto de vista secundario. Se pone en marcha entonces el proceso proyectivo en las modalidades singulares en que el sujeto, por sus formas de funcionamiento, sea capaz de sostener. El proceso proyectivo implica un proceso de regresión ya que se activan marcas de la historia libidinal que pugnarán por manifestarse y encontrarán distintas vías para su manifestación, ya sea a través de representaciones (vías representacionales) o por otros caminos (vías extra-representacionales). Es por eso también que el análisis de las formas singulares de producción gráfica en nuestro paciente nos permite –a partir de la comprensión de las características de sus modos de proyección- ponderar las formas de simbolización disponibles para este niño. 

Cuando el niño termina su dibujo, le solicitamos asociaciones, fragmentando las imágenes. Detalles, ausencias, tachaduras, repeticiones, serán indicios gráficos significativos sobre los que intentaremos que el sujeto focalice su atención y produzca ligaduras en forma de asociaciones verbales que nos darán material para su interpretación singularizante. 

En un segundo momento solicitamos un relato, un nuevo esfuerzo de ligadura, esta vez en la materialidad del discurso narrativo que implica una reconstrucción del sentido en el eje temporal, y cuya relación con lo proyectado a nivel del gráfico nos permite analizar el posicionamiento del niño en relación con sus propias producciones inconscientes, proyectadas en el gráfico.

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