Abordaje clínico
Así pues, el terapeuta se propone habilitar condiciones para el despliegue de trabajos psíquicos que tienen como horizonte conquistar plasticidad en las posibilidades de elaboración de los diversos órdenes de conflictos que atraviesan la experiencia de cada sujeto.
Consideramos que la constitución psíquica y el proceso de producción simbólica se construyen en un entramado soporte del deseo y las modalidades de elaboración de sentido que operan como recursos para cualquier aprendizaje.
Freud (1937) sostuvo en unos de sus últimos trabajos que el psicoanálisis, la pedagogía y la política eran las tres tareas “imposibles”. No planteó que su realización fuera muy difícil o compleja, situación que compartirían con muchas otras disciplinas, sino imposibles. Esa imposibilidad se funda en una aparente paradoja: la de ayudar a crear autonomía cuando se parte de la máxima dependencia.
Para el Psicoanálisis esta paradoja no responde a un error metodológico sino a la condición más irreductible del ser humano, que es la de constituirse gobernado por sus pasiones, en relaciones de intimidad y dependencia con otros, que racionalmente no reconoce y que sin embargo son depositarias de intensos deseos que tienen como destino no realizarse nunca.
Esta realidad humana, compleja y contradictoria desde el origen, es la condición de invención y creación de los objetos simbólicos que pueblan las diversas culturas y llevan esas mismas marcas. Por eso desde nuestro recorte es crucial conservar la complejidad y la heterogeneidad de los objetos de investigación, que Edgar Morin (2001) propone como resguardos epistemológicos y herramientas metodológicas a la vez. Este encuadre de investigación incluye la aceptación de la contradicción y la incertidumbre y del carácter multidimensional de toda realidad (Gonzalez Rey, 2006) para poder profundizar en el estudio de los procesos de simbolización y sus dificultades, manteniendo su especificidad y evitando la reducción a dimensiones aisladas que impidan elucidar las principales problemáticas actuales.
El análisis de la diversidad y amplitud de las dificultades de simbolización que se presentan en los últimos años fue poniendo en relevancia la necesidad de investigar la complejidad y heterogeneidad de los trabajos psíquicos involucrados.
Las encrucijadas clínicas de nuestros días nos enfrentan a déficits de simbolización que vuelven extrañas las propias emociones y pensamientos, produciendo una angustia sin dirección que busca ser calmada rápidamente por el camino más corto posible. Los propios afectos se vuelven extraños, insoportables e irrepresentables, generando modalidades defensivas que trabajan para una estabilidad psíquica basada en la evitación del reconocimiento de la conflictiva. Así se vuelve manifiesto el vínculo indispensable del pensamiento con las vicisitudes del afecto, justamente cuando se disocian provocando diversas modalidades clínicas.
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