La producción cognitiva en el diagnóstico psicopedagógico
La indagación del diagnóstico psicopedagógico incluye tradicionalmente la administración de test de inteligencia. Sin embargo, la definición piagetiana de la inteligencia como equivalente y sustitutivo de la adaptación biológica muestra sus limitaciones cuando intentamos comprender las formas y modalidades de producción de un sujeto singular, y cuando recordamos con Castoriadis (1993) que el funcionamiento del psiquismo humano es profundamente desadaptativo.
La conceptualización psicoanalítica del pensamiento y el aprendizaje no puede contentarse con asignar a éste una función de exploración del mundo externo, puesto que esta exploración está relacionada con el trabajo psíquico que desemboca en la constitución de las representaciones inconscientes y su comunicación con la consciencia a través del preconsciente.
A pesar de esto, el uso de un instrumento con el nivel de estandarización, precisión y heterogeneidad como es por ejemplo el WISC, ha probado ser de utilidad en nuestra práctica, a partir de un modelo de interpretación cualitativa de los resultados y sobre todo, de las formas de producción que el sujeto pone en funcionamiento en cada una de las situaciones a las que es convocado en los diferentes subtest.
Esto significa que no evaluamos “la inteligencia”, simplemente porque la inteligencia no existe como entidad autónoma a evaluar (Cantú, 2013). Intentamos, por el contrario, comprender la modalidad de producción cognitiva en el consultante. Esto es un modo interesante de indagación si consideramos que los problemas de aprendizaje no se deben a déficits en el caudal intelectual de un sujeto, sino que se relacionan con modalidades singulares de producción de conocimientos que por su rigidez y exclusividad se convierten en restrictivas.
En ese sentido, la escala de Weschler está construida mediante pruebas diferentes, lo que nos permite la oportunidad de observar e interpretar la producción y modos de funcionamiento del sujeto en situaciones muy diversas. Si bien las condiciones de administración y de puntuación estandarizadas deben respetarse, el profesional dispone de un material valioso clínicamente si su pensamiento clínico le permite aprovechar como interpretables algunos índices tales como la forma de relación del sujeto con los materiales, sus reacciones frente a las dificultades, su uso del tiempo, sus verbalizaciones, sus estrategias de resolución, etc. De este modo, cada subtest deja de ser una mera situación de evaluación estandarizada de comparación del desempeño del sujeto con un ideal normativo para convertirse en un momento privilegiado para observar los procesos singulares puestos en juego por el sujeto en la resolución de cada una de las tareas que se requieren.
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