Interpretación de la producción cognitiva
Para profundizar metapsicológicamente en el análisis de la producción simbólica cognitiva en el WISC, en otro trabajo (Cantú, 2013) recurrimos a los ejes que André Green propone para el análisis del pensamiento como problema psicoanalítico (Green, 2001b). Postulamos que las distintas formas de producción simbólica implicadas en la actividad del sujeto sobre distintos objetos de conocimiento, con requerimientos diferentes del adulto, movilizan procesos psíquicos diferenciales que pueden ser caracterizados en función de cuatro ejes centrales: a) las formas de trabajo en las fronteras psíquicas, b) las modalidades de representación, c) las formas de ligazón y desligazón, y d) los procesos de abstracción. Cada uno de estos ejes permite interpretar las formas singulares de funcionamiento psíquico que se ponen en juego en el trabajo psíquico implicado en la producción cognitiva.
El análisis de las formas de producción singular en los distintos subtest del WISC nos permite comprender las modalidades producción simbólica cognitiva: cada sujeto, en cada situación particular representada por cada subtest, despliega una forma de ligarse hacia afuera con los objetos de la realidad compartida y con el terapeuta en transferencia, utilizando los recursos que le son ofrecidos por los estímulos y materiales que se le presentan, y hacia adentro con sus propias representaciones conscientes e inconscientes y con las excitaciones movilizadas en las distintas situaciones. Las representaciones ligadas a las significaciones sociales son las que específicamente se movilizan en la indagación de la producción cognitiva, en tanto apropiadas subjetivamente en el proceso de sublimación, de acuerdo con modos específicos de relación de las distintas formas de actividad representativa.
Estas modalidades son singulares e históricamente acuñadas. Esto no significa que sean homogéneas ni sincrónica ni diacrónicamente en la vida del sujeto; no se trata de estructuras en el sentido de configuraciones estáticas -en las cuales cada elemento tuviera una coordenada específica en su posición en relación con los demás-, sino más bien de entramados móviles en los cuales la heterogeneidad signa las formas de producción. No se construyen de una vez para siempre como si fuesen “estilos” o “perfiles” cognitivos de identidad, sino que en distintos momentos, con distintas materialidades y en distintas situaciones pueden darse formas específicas de producción en un mismo sujeto.
El modo de análisis propuesto está destinado a interpretar esa heterogeneidad que se manifiesta en las formas específicas de producción cognitiva singular y se sostiene en el entramado psíquico en su conjunto.
Interpretar la producción cognitiva desde la perspectiva del paradigma de la complejidad (Morin, 1994) implica –entre otras cosas- aceptar la heterogeneidad de los datos, conservar lo singular en la totalidad, incluir la noción de evento: lo singular, la historicidad, lo azaroso. Implica captar los desórdenes, lo nuevo y lo distinto tanto como los órdenes. En la interpretación del WISC, esto supone no reducir la riqueza de la producción del sujeto a la caracterización de un “perfil cognitivo” o de “modos predominantes” de funcionamiento, sino justamente tomar como indicios aquellos eventos que aparecen como respuestas significativas no por su frecuencia homogeneizante sino por su unicidad singularizante.
La indagación de la producción cognitiva no se basa en la medición de la inteligencia, sino que las técnicas estandarizadas, como el WISC-IV, son utilizadas como instrumentos para obtener datos interpretables clínicamente que permitan construir hipótesis acerca de las formas singulares de producción de conocimientos en el sujeto. Para esto se proponen tres niveles de análisis: la dispersión de puntajes equivalentes, los patrones de respuesta a cada subtest y las formas singulares de respuesta a ítems individuales.
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