Aprendizaje y producción simbólica
Llamaremos producción simbólica (Schlemenson, 2001; Álvarez, 2010) a la modalidad de apropiación singular que el sujeto hace del lenguaje y de los objetos de conocimiento, a la vez en tanto oferta simbólica de inscripción social y en tanto capaz de otorgarle sentido a su experiencia subjetiva.
El proceso por el cual un niño se apropia simbólicamente de los objetos y de las significaciones que le ofrece su cultura tiene sus orígenes en la capacidad de representar. El trabajo representativo es la creación psíquica que se produce como resultado de la metabolización de la dinámica pulsional.
Este proceso singular adquiere características en función de las condiciones histórico-subjetivas en las que se produce. La reactualización de dichas marcas en procesos de investimento de los nuevos objetos y su articulación con los procesos identificativos define modalidades singulares de producción simbólica (Schlemenson y Grunin, 2013). Estas formas singulares se cristalizan en la actividad psíquica mediante la cual el sujeto produce marcas singulares significativas en su modalidad de representarse a sí mismo, al mundo, a la sociedad y a la cultura en la que se encuentra inserto, a través de sus formas de escribir (Grunin 2013), dibujar (Wald 2010a, 2010b), leer (Cantú, 2011), narrar (Álvarez 2010) y usar las tecnologías digitales (Álvarez y Cantú, 2011).
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