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La lectura y los modos de funcionamiento psíquico

La lectura y los modos de funcionamiento psíquicoLas dimensiones de análisis de la lectura se centran en torno a las formas en que cada sujeto se apropia singularmente del texto leído en tanto instrumento cultural para ligarse tanto con su propio mundo interno como con el campo de las significaciones sociales. Así, el análisis del proceso de lectura no se rige por la adecuación que el sujeto logra en relación con la decodificación ni con la comprensión de lo leído, sino que está destinado a interpretar el trabajo psíquico que el sujeto realiza para usar las significaciones sociales representadas por el texto, al servicio de la elaboración de sentidos singulares. 

La indagación de la lectura apunta a establecer las condiciones del funcionamiento psíquico necesarias para ingresar en la lógica ficcional del cuento y estimar las posibilidades del niño para producir resonancias entre las significaciones que el escrito ofrece a la lectura y los sentidos singulares subjetivos que puedan asociarse con ellas. 

Por lo tanto, no nos centramos en el análisis del contenido de las asociaciones del niño, sino en sus modos de funcionamiento representacional y pulsional. Puesto que la lógica ficcional de un relato implica la construcción de un espacio transicional en sentido de Winnicott, las posibilidades del lector de “entrar” en la ficción nos dan elementos para formular una hipótesis clínica sobre la textura y funcionamiento de ese espacio transicional: hay niños que no pueden crear ese espacio tercero entre la realidad psíquica y la realidad material, de modo que para ellos la lectura es simple decodificación de lo escrito. 

Hay otros niños que no pueden “salir” de ese espacio, de modo que éste pierde su carácter transicional. Entonces la lectura se convierte en simple proyección de sentidos propios sin reconocimiento de la alteridad y la diferencia.

Pero es importante tener en cuenta no sólo en las relaciones y ligaduras del aparato psíquico con la realidad (es decir, “hacia afuera”), sino también en las ligaduras “hacia adentro”, consigo mismo, con su propia subjetividad. Hay sujetos que pueden decodificar, que pueden comprender lo leído e incluso establecer inferencias lógicas que dan cuenta del funcionamiento del proceso secundario, pero que permanecen ajenos a la experiencia de lectura. No se implican subjetivamente en lo leído, que queda en la superficie sin afectarlos. Aquí la dificultad parece estar en las relaciones con el propio mundo interno, que un funcionamiento centrado en la lógica y la racionalidad parece mantener a raya.

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