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Análisis e interpretación del material

Según Wald (2010), las modalidades singulares de creación de sentido a través de la producción gráfica se relacionan con las formas de creación de las formaciones intermedias. Para dar cuenta de las características de este espacio transicional intrapsíquico, se analiza tanto el contenido de los gráficos como la dinámica subyacente a los modos de figuración. 

Los ejes de análisis propuestos por la autora permiten dar cuenta de las modalidades de simbolización específicas en la producción gráfica: 

El análisis de la dinámica pulsional subyacente es un eje central porque alude a los mecanismos de funcionamiento psíquico que en cada sujeto permiten diferentes modos de ligadura de la pulsión con las representaciones inconscientes y concomitantemente, su condensación y desplazamiento con la formación de retoños. 

Cuando las excitaciones endosomáticas han logrado encontrar vías de delegación para su ingreso al psiquismo, las representaciones inconscientes resultantes articulan a la vez afecto y sentido, proveyendo de fuerza dinámica a las figuras gráficas resultantes. De este modo resultan imágenes con huellas de sentidos e índices libidinales que dan cuenta del entramado significativo del afecto gracias a la ligadura pulsional que lo sostiene. Si la represión primaria funciona garantizando la separación de los sistemas psíquicos consciente e inconsciente y las formas de ligadura entre ambos (producidas por los procesos terciarios) permiten la elaboración de mediaciones, las figuras resultantes no solo tendrán una carga de sentido singular significativo sino que permitirán la expresión de dichos sentidos de un modo transmisible y significativo en la situación transferencial, gracias a la ligadura de las representaciones de cosa con representaciones de palabra conscientes y de éstas con el discurso y la acción específica que permita el trazado de las imágenes y las asociaciones verbales solicitadas. 

Donald WinnicottAsistimos entonces a la producción de figuras de ligadura (Wald, 2010), interpretables como retoños de lo reprimido ya que su modo de funcionamiento es el del sueño, el juego y la ilusión (Winnicot, 1987), puesto que encontramos en ellos procesos de condensación, desplazamiento y miramiento por la capacidad de representación tanto en los gráficos como en las asociaciones verbales que dan cuenta de la posibilidad de enlazar las representaciones de cosa a palabras para elaborar pensamientos y acciones específicas.

Pero no todos los gráficos son producto de este tipo de mediaciones entre los sistemas y procesos psíquicos: en ocasiones las figuras trazadas dan cuenta de mecanismos defensivos que intentan proteger al psiquismo de la amenaza pulsional reavivada por la situación transferencial: se trata de figuras de desligadura (Wald, op.cit.) entre representaciones y afecto. Entonces observaremos dos tipos de gráficos, según el afecto sea descargado o suprimido en la producción de figuras. 

Cuando el afecto es descargado ya sea a través de acciones fuera del papel (gestos, movimientos corporales, actuaciones, signos somáticos), o dentro de éste (manchas, tachaduras, rayones, garabatos), la imposibilidad de reconstruir asociativamente un entramado de sentidos en estas figuras de descarga, da cuenta de las dificultades en la elaboración de fantasías que aluden a un funcionamiento particular de los procesos inconscientes, los cuales reducen sus posibilidades de ligar tanto las excitaciones somáticas con representaciones como éstas a los afectos. Aquí, la imposibilidad de reconstruir sentidos en figuras de descarga, la desaparición de la figurabilidad, señala un desborde de la simbolización. 

En otros casos, las figuras producidas por el sujeto pueden mostrar características de transmisibilidad conservada, pero al costo de una inhibición de la producción de sentidos singulares. En estos casos la regresión formal requerida por la consigna de dibujo en transferencia es vivida como amenazante para la estabilidad de las fronteras psíquicas: el sujeto entonces recurre al contra-investimento fáctico, lo que resulta en una producción caracterizada por una coherencia formal desde el punto de vista de los procesos secundarios, pero desasida del entramado de sentidos singulares y de los afectos que podrían dinamizarla. Son gráficos en general con tendencia al hiper-realismo, calcados o copiados ya sea directamente de la realidad perceptiva exterior actual en el momento de la entrevista, o tomados de clisés escolares o propios que permiten sortear la situación mediante el recurso a la realidad como forma de contra-investimento del mundo interno. En otros casos la resultante es la carencia de imágenes: vacío de representación que da cuenta de la obstaculización de los procesos de ligadura. 

En un segundo nivel, se analizan los contenidos significativos del gráfico: tendremos en cuenta tanto las características de los personajes representados (sean éstos personas, animales, vegetales o cosas) como las secuencias de producción (que dan cuenta del encadenamiento asociativo singular que en cada caso permite establecer los nexos de sentido que sostienen la producción de cada imagen) y las temáticas representadas (fantasías eróticas o agresivas, conflictos). 

En tercer lugar, nos centramos en los procesos reflexivos: la producción verbal asociativa y narrativa en relación con lo dibujado puede o no estar en relación explícita con el contenido del dibujo. Esta conexión da cuenta de lo que el yo es capaz de reconocer acerca de lo proyectado en el proceso de producción del dibujo; por lo tanto el análisis de los procesos reflexivos nos muestra qué es lo que el yo puede elaborar como sentido propio acerca de los contenidos simbolizados en el proceso de proyección. 

Por último, un cuarto eje de análisis se refiere a la calidad de las fronteras intrapsíquicas y de los límites del yo.  Para este eje tendremos en cuenta en el nivel gráfico la discriminación/indiscriminación de las figuras, su unificación/desintegración, su carácter cerrado o abierto y las relaciones topológicas entre las figuras y, en el nivel de la relación transferencial en la entrevista, la capacidad de involucrarse significativamente con el terapeuta. Estos descriptores dan cuenta del funcionamiento plástico de las fronteras, capaces de sostener una interpenetración con el objeto al mismo tiempo que garantizan la separación. Si la represión primaria garantiza la separación entre sistemas, los procesos primarios y secundarios pueden establecer formas de mediación entre ambos y la doble frontera no se ve amenazada por la presencia del terapeuta, se constituye entonces en un encuadre psíquico propicio para la dinamización de la producción. Cuando en cambio el aparato psíquico se esfuerza en mantener indemnes unas fronteras que siente amenazadas, la presencia del terapeuta es vivida como intrusiva y la necesidad de regresión funcional a la que invita la consigna desencadena mecanismos de defensa rígidos frente al riesgo de desorganización psíquica. 

Considerar los procesos psíquicos implicados en las modalidades singulares de creación de sentido a través de las imágenes gráficas permite integrar las producciones gráficas en el diagnóstico psicopedagógico. El análisis del modo de producción de imágenes nos brinda material para construir hipótesis clínicas acerca del nivel de complejidad psíquica del niño en diagnóstico en cuanto a las formas y posibilidades de ligadura entre pulsión y representación, entre afecto y representación, entre representaciones conscientes e inconscientes y entre el sujeto y el mundo exterior.

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