Los modelos de propagación de la activación

Collins y Loftus (1975) sugirieron entonces una revisión del modelo modulando las jerarquías y estructurando la organización de las representaciones en la red sobre la base del concepto de distancia o similitud semántica. De esta manera, surgió la Teoría Extendida de Propagación de la Activación (Collins & Loftus, 1975) como modelo reticular de búsqueda y comprensión en la memoria humana. La búsqueda es vista como una propagación de la activación desde dos o más nodos hasta su intersección. El priming se explica en términos de propagación de la activación desde el nodo del primer concepto hasta el adyacente, y constituye el proceso básico de la comprensión.

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Un rasgo distintivo del modelo propuesto es que distingue entre el conocimiento de los significados de los conceptos y el conocimiento de sus nombres. Los nombres son almacenados en una red lexical organizada por semejanzas fonológicas. Cada nodo en la red léxica está conectado con, por lo menos, un nodo en la red conceptual.

La Teoría extendida presenta modificaciones en sus supuestos que mejoran sustantivamente las deficiencias encontradas en el modelo de Collins y Quillian. Propone una serie de supuestos globales acerca de la estructura y procesamiento en la memoria y una secuencia de supuestos de procesamiento local. 

Los supuestos locales constituyen un pasaje desde una perspectiva computacional a una versión donde la analogía la constituye el funcionamiento cerebral. Estos son: a) cuando un concepto es estimulado, la propagación de la activación se produce entre los nodos asociados con un grado decreciente de intensidad, b) cuanto más activado se halla un concepto en la red mayor es la activación propagada a sus vecinos, c) el nivel de activación decrece con el tiempo y con la actividad y d) dado que el monto de activación es de naturaleza variable, la intersección de caminos requiere de un nivel de disparo (comprensión).

Los supuestos globales se componen de dos apartados que hacen al funcionamiento general del modelo. Por un lado, aspectos vinculados a la actividad de comparación entre nodos y, por otro, aspectos que constituyen generalizaciones de las ideas de Loftus acerca de la organización de la memoria semántica, que sugieren la existencia de una memoria lexical donde se alojan las etiquetas de los nombres e independiente de la memoria conceptual (Loftus, 1973, citado en Collins & Loftus, 1975). Estos últimos son: a) la red conceptual está organizada de acuerdo con similitudes semánticas, b) los nombres de los conceptos son almacenados en una memoria lexical su organización deriva de líneas de similitud fonológica y, en menor grado, ortográfica, c) la persona puede controlar, al menos parcialmente, la propagación de la activación en la red semántica, en la red lexical o en ambas.

Las investigaciones posteriores se han orientado a estudiar los procesos de propagación de la activación que el sistema cognitivo utiliza para manipular representaciones y se han propuesto procedimientos con los que se pueden conocer la organización y jerarquía natural de las redes semánticas a partir del establecimiento de la relación entre los conceptos y sus definidoras.

Los modelos de propagación de la activación también fueron propuestos por Anderson (1976, 1983) en su modelo ACT* (Adaptative Character of Thought). A pesar de que se diferencia en varios aspectos importantes del de Collins y Loftus, comparte algunos supuestos fundamentales: (a) La recuperación de un ítem en la memoria semántica deriva de la activación de su representación interna, (b) la activación se propaga desde un concepto a los conceptos vinculados, y (c) la activación residual acumulada en un concepto facilita su posterior recuperación. El ACT* es un modelo pensado para explicar toda la conducta humana. Sin embargo, gran parte del trabajo de Anderson y sus colaboradores ha estado dedicado a explicar el  aprendizaje de habilidades cognitivas. Es por esta razón que se lo considera fundamentalmente un modelo de aprendizaje basado en la adquisición, el almacenamiento y la recuperación de información. 

Aunque el modelo de Collins y Loftus (1975) y el modelo ACT* de Anderson (1983) son similares, se diferencian en algunos aspectos importantes:

- Ambos modelos asumen que la activación tarda un cierto tiempo para propagarse de un concepto a otro. ACT*, sin embargo, asume que la activación se propaga extremadamente rápido, alcanzando la asíntota en poco menos de 50 ms.

- Collins y Loftus asumen que la activación continúa propagándose durante algún tiempo, incluso cuando un concepto ya no está siendo procesado. En ACT*, en cambio, la activación decae muy rápidamente, dentro de los 500 ms.

- Finalmente, el modelo de Collins y Loftus asume que solamente un concepto puede ser una fuente de activación a la vez, mientras que ACT* asume que el número de fuentes posibles está limitado solamente por la capacidad de la atención.

Los efectos de estos supuestos en la explicación del priming semántico en los dos modelos conducen a resultados realmente diferentes. En el modelo de Collins y Loftus, el prime envía la activación al blanco, y el blanco puede quedar en estado de activación aunque el prime ya no se esté procesando. En ACT*, en cambio, tanto el prime como el blanco deben ser fuentes de activación -ambas deben ser objeto de atención- para producir la asociación entre ellos, que luego se visualiza como un aumento de la activación del blanco. El priming ocurre para el ACT* porque el prime sigue siendo fuente de activación aun cuando aparece el blanco. 

Los modelos tradicionales que trataron de dar cuenta de la organización y funcionamiento de la memoria semántica centraron sus esfuerzos en explicar cómo se inscriben las relaciones entre representaciones mentales que permiten la emergencia del significado. Propusieron para ello modelos de coocurrencia de rasgos, modelos reticulares y modelos asociativos.