4. Amor y sexualidad
Freud distingue el amor de la sexualidad. Si bien la vida amorosa involucra los dos términos, es necesario distinguir la pulsión sexual del amor.
La sexualidad tiene como concepto princeps el de pulsión en la que se aloja la libido, energía sexual que se diferencia de la energía psíquica generalizada con que Jung pretendía desexualizarla para volverla socialmente aceptable. En cambio, el amor queda enlazado al concepto de narcisismo con la libido allí involucrada.
La pulsión es un concepto límite entre lo orgánico y lo psíquico. Freud la define como la representación psíquica de algo orgánico. La pulsión, el Trieb, no es el instinto (como fue traducida erróneamente), puesto que no tiene una determinación biológica ni responde a un esquema innato particular como en los animales. Por otra parte, corresponde a una estimulación constante no a una fuerza momentánea, por lo que no hay ninguna posibilidad de huir de su presión. Esta estimulación produce la excitación sexual que convierte el órgano en una “zona erógena”, borde del cuerpo en la que se aloja la libido. La libido como energía sexual no debe confundirse pues con la pulsión.
La pulsión posee cuatro características: empuje (que es constante); finalidad (que es la satisfacción); la fuente (las zonas erógenas); y el objeto, que permite alcanzar la satisfacción, que no es innato (determinado por la especie) sino contingente.
Freud aborda la "desviación del objeto sexual" antes de referirse a lo pretendidamente normal. Con ello quiere indicar que en la elección de objeto sexual no hay nada orgánicamente establecido. Dice: “La fábula poética de la partición del ser humano en dos mitades -macho y hembra- que aspiran a reunirse de nuevo en el amor se corresponde a maravilla con la teoría popular de la pulsión sexual.” Esta versión mítica planteada por Platón en El banquete supone la idea de una complementariedad entre los sexos. No es más que un sueño. La atracción de un hombre por una mujer o de una mujer por un hombre no es un dato biológico dado por la anatomía sino una pregunta solidaria a la propia posición sexuada.
Frente a la libido única, Freud marca dos finalidades -activa y pasiva- con las que estudia el devenir sexual. Para Freud, la libido es masculina, ya se presente en el hombre o en la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer; y la pulsión siempre es activa (aunque tenga un objetivo pasivo). En los "Tres ensayos para una teoría sexual" (1905) sostiene que la sexualidad de la niña pequeña tiene un carácter enteramente masculino. Esta libido masculina debe ser entendida en su relación con el falo, aunque en el momento de postularlo, 1905, aún no contara con la primacía que le otorga ulteriormente. De esta manera, un problema se impone en la teoría freudiana: si la libido siempre es masculina, ¿cómo hacen las mujeres para ser femeninas? El devenir mujer es una problemática que ocupa a Freud a lo largo de toda su obra. Los "Tres ensayos para una teoría sexual" marcan un comienzo que continúa periódicamente hasta los años 30.
Freud distingue dos tipos de libido en su artículo “Introducción del narcisismo” (1914): la libido yoica y la libido objetal. La libido que se vuelca sobre el yo constituye la libido narcisista, verdadero depósito de libido. La libido objetal se desplaza de un objeto a otro y permite que los objetos se vuelvan amables. Cuando un sujeto se desprende de su objeto de amor, la libido vuelve sobre el yo o sobre sus objetos fantaseados.
El destino de la libido se caracteriza por una serie de elecciones de objeto: autoerotismo, narcisismo, homosexual, y por último, heterosexual.
El autoerotismo es la satisfacción propia de la pulsión: la pulsión siempre es parcial, por lo que Freud habla del "placer del órgano". El prototipo es la formulación: "Lástima que no pueda besarme a mí mismo", señala Freud. En 1915, añade que la pulsión sexual nace apuntalándose en una función importante para la vida, la alimentación, y su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena. Hace intervenir así la relación entre las pulsiones de autoconservación y las sexuales. Por ejemplo, el bebé utiliza su boca y sus labios para alimentarse. Aquí funciona la pulsión de autoconservación. A continuación se sustituye el seno materno por una parte del propio cuerpo. La pulsión sexual autoerótica se pone así en funcionamiento y brinda las bases para que ulteriormente se dirija hacia los labios del partenaire. En el narcisismo, el yo se presenta como un objeto de amor -al mismo tiempo que se constituye como tal y da unidad a la imagen corporal-. La elección homosexual reposa sobre la propia imagen, y la heterosexual padece las peripecias de la elección del otro sexo.
No hay ningún objeto que satisfaga a la pulsión. El objeto de satisfacción está primordialmente perdido en la experiencia primaria de satisfacción. La madre como objeto primordial se desdobla: como objeto pulsional es el seno perdido; como objeto de amor es la madre prohibida por las leyes de prohibición del incesto. A partir de esta falta radical de objeto se produce la elección de objeto, que, dentro de una misma serie, conserva condiciones de amor específicas.
El concepto de narcisismo es presentado por Freud fundamentalmente en su artículo “Introducción del narcisismo” de 1914. Parte de la descripción clínica dada por Näcke del comportamiento de individuos que tratan su propio cuerpo de una manera semejante a la que comúnmente se trata al cuerpo de un objeto sexual produciendo placer. Freud se separa de esta observación pero guarda el término narcisismo para examinar los trastornos hipocondríacos en la psicosis, la constitución del Ideal del yo y la vida amorosa de los individuos.
El término narcisismo encuentra su origen en el mito de Narciso. Como castigo de una diosa, Narciso se mira en la superficie de un lago y se enamora perdidamente de su propia imagen. Al tratar de alcanzarla, cae y muere ahogado. El amor por la propia imagen es denominado narcisista. Ahora bien, Freud señala que el amor y el yo nacen al mismo tiempo. El yo se constituye cuando es tomado como objeto de amor. Algo se añade al autoerotismo, una “nueva acción psíquica” -la constitución del yo- para que el narcisismo se constituya. De esta manera, el autoerotismo queda del lado de la pulsión sexual, y el narcisismo del lado del amor.
Freud establece una secuencia en la constitución del yo, que es examinada en el artículo citado y en “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915). Se trata de una genealogía del yo: yo realidad inicial, yo placer purificado, yo realidad definitivo. La base de esta secuencia es la distinción yo-no yo por la acción del principio de placer. En un primer tiempo el yo coincide con lo placentero y el mundo exterior con lo indiferente. Distingue así entre el adentro y el afuera. El mundo exterior resulta indiferente frente a su satisfacción autoerótica. Luego el yo placer identifica el mundo exterior con lo displacentero. "Lo exterior, el objeto, lo odiado, habrían sido idénticos al principio", dice Freud. El yo queda identificado con el placer y se constituye como el primer objeto de amor. De esta manera, lo exterior, el objeto y lo odiado al comienzo son idénticos. El yo realidad definitivo elige los objetos que son buenos para el yo. El principio de placer, paradójicamente, orienta la búsqueda del principio de realidad. De esta manera, el amor queda enlazado a objetos exteriores que brindan satisfacción y permite la síntesis de las pulsiones sexuales en relación con el objeto elegido.
El odio y el amor tienen en realidad orígenes diferentes y poseen un desarrollo que le es propio antes de constituirse en una oposición bajo la influencia del principio de placer-displacer. Freud considera que el odio es mucho más antiguo, puesto que proviene de un rechazo primordial que el yo narcisista opone al mundo exterior. Esta oposición amor-odio da lugar en 1920 a la última formulación freudiana de la teoría pulsional.
Se puede establecer la siguiente secuencia relativa a la serie de oposiciones freudianas:
1. En 1915 Freud opone las pulsiones de autoconservación a las pulsiones sexuales, por un lado, y, por otro lado, la libido yoica a la libido objetal.
2. En 1920, en “Más allá del principio del placer”, Freud introduce la pulsión de vida, el Eros, el amor, que unifica las pulsiones sexuales y las de autoconservación, en oposición a la pulsión de muerte, el Tánatos, que involucra el odio y la destructividad.
Freud distingue tres oposiciones en relación con el amor: 1) Amar-odiar; 2) Amar-ser amado; y 3) Amar-odiar tomado como un conjunto en la ambivalencia. En tanto que el amor se apoya en las tendencias pulsionales, puede caer bajo la égida de una de las pulsiones lo que determina la forma fantasmática de amar.
La sexualidad se liga al concepto de pulsión en la que se aloja la libido o energía sexual. El amor queda enlazado al concepto de narcisismo con la libido allí involucrada. En 1920, Freud introduce la pulsión de vida, Eros, amor, en oposición a la pulsión de muerte, Tánatos, que involucra el odio y la destructividad.